«Miró por encima del hombro para comprobar que la joven de mármol blanco no estaba detrás de ella. La escultura del vestíbulo era tan humana que le había resultado inquietante desde el primer día. Una noche de tormenta, durante el destello de un relámpago, le pareció que la figura volvía la cabeza en su dirección. Gritó de espanto y subió despavorida la escalera. Se encerró en el baño y pasó hasta el amanecer rezando a Jesús de Nazaret.»
Imagino que ya has leído esta novela. Si no lo has hecho, en esta página te desvelaré secretos que no deberías conocer si la quieres disfrutar. A tu criterio seguir leyendo.
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La idea se me ocurrió hace 7 años y aunque entonces me puse a trabajar en la trama y tenía definidos los personajes, no fue hasta 2011 que supe cuál debía ser el final de La Casa del Espejo y qué era lo que hacía que el edificio cambiara.
Para que la trama funcionara, Juan Torres tenía que estar obsesionado con un gran amor de juventud que le llevara a construir La Casa del Espejo. Para eso y para contratar al escultor Faltenmeier debía tener mucho dinero y venir de una familia muy burguesa. Por su parte, Elvira debía pasar por una experiencia de amor tan extraordinaria que su sentimiento venciera a la propia muerte.
A su vez, Encarna y su gemela Montserrat tenían que ser un producto de su época: mujeres dispuestas a todo con tal de salir del arroyo y que fueran coristas ayudó una barbaridad. Si has leído la novela sabrás qué personaje inspira esta obra de Riquer:
Con estos personajes viniendo del pasado tenía que construir los del presente y desde el principio aparecieron Manolo y Victoria con una gran fuerza.
Con ellos y con el asesinato de Juan Torres comencé a llenar a mano las páginas de mi libreta Moleskine, pero la trama no acababa de cuajar. No encontraba un móvil para que el personaje de Elvira hiciera lo que tenía que hacer sin caer en una resolución maniquea o muy vista del relato y sin que quedara comprometida su continuación en las novelas siguientes.
La búsqueda de ese motor para Elvira y su gasolina, por así decirlo, se vio interrumpida por la escritura de Náufragos, una novela de ciencia ficción con diecisiete personajes encerrados en una nave salvavidas de los que sólo queda uno. A lo largo de su escritura se me ocurrió el final de La Casa del Espejo y qué era lo que debía mover a Elvira. Lo vi todo clarísimo y tuve la precaución de anotarlo en mi libreta con todo detalle para que no se repitiera lo que ya me ha pasado en más de una ocasión a causa de mi memoria de pez: que resuelvo la trama y cuando llega el momento de escribirla no me acuerdo.
Hasta que no acabé Náufragos no quise comenzar La Casa del Espejo. Para mí era necesario hacer el ejercicio de personajes y descripción que representaba esa novela de ciencia ficción para sentirme seguro; hacía mucho que no escribía literatura desde que acabé los cuentos El Harén y El Asesino en 2010 y 2011.
Tuve la fortuna de darme de bruces con la casa de la calle Montnegre nº 46, que es el edificio real que inspira La Casa del Espejo, con su forma cuadrada y maciza, y la escultura del carnero sobre el dintel de la entrada.
Me quedé literalmente encantado con el edificio y fui al Archivo Municipal para buscar información. Allí encontré los planos originales, que eran los de una casa normal y corriente de 1920.
En mi estudio, con las notas y las fotocopias, me planteé la casa por dentro y por fuera tal como la tenían que ver Manolo y los otros dos peritos y añadí la ventana del edificio del Círculo Ecuestre hacia el jardín trasero.
A base de noches y horas de sueño perdidas, la dibujé en planta, alzado y sección como si fuera un proyecto real, con la imagen clara del chorro de luz cayendo por el hueco de la escalera sobre la figura de Elvira porque me parecía un efecto visual importantísimo como presentación de Elvira ante Manolo.
Por otra parte, pensando en Elvira y en la continuación de las aventuras de Victoria y Manolo, me parecía necesario que la descripción de la casa fuera muy visual para poder hacer de ella un buen escenario.
Luego dibujé los espacios interiores, la sala del pozo bajo la escalera y la alcantarilla bajo en jardín con la cripta al final. Gracias a esa planificación pude mover a los personajes por el interior.
La decoración interior salió del recuerdo de la casa de mi tío abuelo Braulio, un piso en la calle Juanelo de Madrid, de ver viviendas antiguas por mi profesión y por la revisión de revistas de esos años.
Para las escenas de exterior estuve rondando de día y de noche la plaza del Carmen. Mientras lo hacía comenzó el derribo de la Colonia Castells y otros edificio de la zona y por un momento pensé que me iba a quedar sin casa. Afortunadamente, al nº 46 aún no le había llegado la hora. De paso planté un árbol imaginario en la calle Montnegre para que Puig tuviera sombra bajo la que esperar a Manolo en el primer capítulo.
Ahora, curiosamente, se han puesto unas farolas en esa parte de la calle Montnegre que hacen pensar en los años 20.
Cambiando el tercio; el modo en el que Manolo encuentra el cadáver de El Peque o la manera en la que averigua la fecha de la construcción de la pared de la bodega son cuestiones técnicas rigurosamente ciertas. A veces, la construcción es sorprendente hasta para los que nos dedicamos a ella.
Como arquitecto especialista en lesiones de los edificios (¿Qué pasa aquí? Manual para la investigación y diagnóstico de las lesiones de la edificación, Ed. La Ley, Grupo Wolters Kluwert, Madrid 2012) , a lo largo de los años he podido sacar papel de periódico de los retacados de los tabiques, he encontrado tuberías debajo de donde no crece la hierba y más curiosidades que Manolo Carmona empleará en La Casa de la Luz.
Comencé la redacción de La Casa del Espejo en Noviembre de 2012 y la primera versión quedó acabada a finales de Julio de 2013. Georgina, mi mujer, cuyo criterio de escritora siempre ha sido muy acertado, se la leyó en Salou y su opinión me hizo reordenar la historia durante el verano para entrar antes en materia, eliminar información que no aportaba gran cosa y trabajar más a fondo los personajes.
Tras un año de trabajo intenso combinado con la faena profesional, La Casa del Espejo quedó lista para ser leída por mis queridos voluntarios en Julio de 2014. Durante Agosto de 2014 incluí sus sugerencias y ya no la voy a tocar más.
Escribo cuentos y novelas con la intención de entretener, así que espero que La Casa del Espejo te haya resultado interesante y que tengas ganas de leer más aventuras de este arquitecto perito y esta peculiar juez en La Casa de la Luz, de próxima aparición.
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